Vuelvo a la antigua y querida casa,
la que me salvaguarda del verano,
del revuelo y el alborozo,
de las calles rebosantes
de voces y carcajadas,
de la luz inclemente,
del calor que asola
sin compasión.
Enclavada dentro del bosque,
de la brillante sierra caliza,
del río y de los cielos,
de pájaros y cantos,
de las inclemencias
viento, lluvia y
tormentas.
Aquí,
siento que los árbole
me hablan al oído,
que me abrazan,
que me acogen
en su útero
poderoso y
franco.
16 de junio de 2021
(A Miguel Vales Villamarin,
con agradecimiento)